ALFREDO FERNÁNDEZ DE LARA GAITÁN
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señala que “los derechos humanos pueden definirse como aquellos inherentes a nuestra naturaleza sin los que no podemos vivir como seres humanos […] nos permiten desarrollarnos plenamente y hacer uso de nuestras cualidades humanas, nuestra inteligencia, nuestras aptitudes y nuestra conciencia”. Por tanto, los derechos humanos como ideales y como práctica son parte inherente de un sistema democrático de calidad en cuanto a sus procedimientos, sus contenidos y, sobre todo, en sus resultados. Por su parte, de acuerdo con el paradigma del desarrollo humano, la Seguridad Ciudadana puede definirse como: “aquella situación política y social en la que las personas tienen legal y efectivamente garantizado el goce pleno de sus derechos humanos y en la que existen mecanismos institucionales eficientes para prevenir y controlar las amenazas o coerciones ilegítimas que pueden lesionar tales derechos. El derecho a la seguridad ciudadana en un Estado Democrático y de Derecho, consiste en el conjunto de garantías que debe brindar el Estado a sus habitantes para el libre ejercicio de todos sus derechos” (IIDH, 2007). De tal modo, el disfrute de los derechos humanos está indisolublemente relacionado a la forma mediante la cual las sociedades democráticas son capaces de enfrentar el problema de la violencia o de las violencias que puedan manifestarse en su seno y que vulneran la seguridad de sus ciudadanos.
El problema de la violencia y la inseguridad son parte de la vida cotidiana de muchos países de América Latina, México entre ellos, ya que según lo señalado por diversos organismos públicos internacionales y de la sociedad civil, como el Banco Interamericano de Desarrollo y Latinobarómetro, hoy día el crimen y la violencia son la principal preocupación de los ciudadanos latinoamericanos, incluso más que la cuestión del desempleo o la situación económica, como sucedía anteriormente.
Para hacer frente a este problema, que tanto ha vulnerado los derechos de la sociedad mexicana, la administración del presidente Enrique Peña Nieto propusó – como parte de su “nueva estrategia” y de la centralización que se ha venido haciendo desde la SEGOB -, la creación de una Gendarmería Nacional, dependiente de la Polícía Federal, con el objetivo de sustituir las funciones de seguridad pública que han venido realizando las Fuerzas Armadas y para que éstas retornen gradualmente a los cuarteles. Sin embargo, a la fecha es poco lo que se sabe sobre la conformación de esta Gendarmería, ya que el debate público al respecto no ha sido incentivado ampliamente por el gobierno federal.
La Gendarmería debía iniciar funciones en la primera quincena de julio, sin embargo, el Comisionado de Seguridad Nacional, Monte Alejandro Rubido, señaló en días pasados que esto será hasta finales de julio o principios del mes de agosto. De hecho, el pasado 3 de julio la Secretaría de Gobernación envió a la Comisión Permanente un informe sobre la creación de la Gendarmería Nacional, en el que resalta que a la fecha se han creado ya 3 mil 928 plazas “de las cinco mil que se tienen previstas para la conformación de la Gendarmería”. El documento detalla que se ha gastado un presupuesto de 2 mil 93 millones 700 mil pesos, de un total de 4 mil 500 millones de pesos .
En este contexto, el pasado 14 de julio, el Centro de Análisis e Investigación Fundar presentó un documento titulado El debate entre políticas de seguridad, democracia y derechos humanos: El caso de la nueva Gendarmería Nacional , en el cual plantea diversos cuestionamientos respecto a las implicaciones que tendrá la Gendarmería. Entre estos señalamientos se llama la atención sobre el hecho de que, pese a la relevancia que tendrá esta institución en materia de seguridad pública, a la fecha se presentan más dudas que respuestas ante la escasa transparencia y labor de socialización entre la ciudadanía que el gobierno ha hecho al respecto. Además, la ambigüedad en la definición de la Gendarmería como un organismo con “formación policial y castrense” presenta varios motivos de preocupación en cuanto al respeto de los derechos humanos, ya que la Polícia Federal se ha caracterizado por ser una de la instituciones que presenta mayor número de quejas por presuntas violaciones a los derechos humanos y, entre 2013 y 2014, ha recibido 23 recomendaciones de la CNDH.
Otro de los principales temores que se presenta es que se mantenga la visión predominante que existe en México del problema de la inseguridad desde un enfoque castrense de seguridad nacional , más que desde un enfoque de seguridad ciudadana que contemple el respeto y la salvaguarda de los derechos fundamentales. Los riesgos del primer enfoque son evidentes desde administraciones pasadas, lo cual ha tenido como consecuencia un alto costo humano y el cuestionamiento de organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Amnitía Internacional. Otro motivo de incertidumbre que señala el análisis de Fundar consiste en la importancia de establecer una normatividad clara y específica sobre las facultades de la Gendarmería, ya que a la fecha no se ha transparentado el marco legal bajo el cual se regirá.
A unas semanas de la entrada en funciones de la Gendarmería hay más dudas que respuestas sobre ésta. Sin embargo, el panorama que se vislumbra es que esta nueva institución mantendrá la vieja visión de seguridad que ha demostrado ser incompatible con los derechos humanos de las y los mexicanos. Al tiempo.